Era invierno y las nubes comenzaban a cubrir los días en esta región calurosa, el frío comenzaba a alterar la idea de verano eterno en esta zona del país. El fenómeno complementaba la distorsión de las ideas de Marco quien diariamente solía recorrer un tramo corto entre la rutina y su espacio, así llamaba a su habitación, a su casa o algún lugar confortable que le guarde seguridad y tranquilidad para su tan versátil vida. Durante este trayecto respondía el chat muy concentrado narrando parte de aquellos meses duros donde casi poco alcanzaba estar tranquilo y entre el infinito de su mente recordaba algunas cosas que aparecían como interrogante en su día, le contaba a Renzo:
-
Parece
que por casualidad la vida me da chance para escribirle, viste que hoy sería el
día más largo del año debido al solsticio.
Es irónico porque creo que viene bien para sus
tardes, a sus sunsets en la playa, disfrutando del atardecer en medio de
las rocas, con algo de frío o la húmeda brisa. No sé si es como pienso, pero es
porque merece vivir hoy un momento tan agradable como regalo a su integridad, a
su empatía, a su calma y serenidad.
Entre la conversación, Marco con una sonrisa reflejada en su rostro, mencionó estar seguro de seguir. Era un sentimiento efusivo el que sentía al recordar con la música que sonaba en el momento, una canción que escarapelaba su cuerpo y relajaba su ser con mucho sentimiento. La conversación entre Marco y Renzo era atemporal y discontinua, lo que a veces llegaba a profundizar más en el recuerdo a Marco.
Un recuerdo más apareció durante el día, era un
recuerdo atónito entre su lúgubre limbo de errores que lo empujó a caer en una crisis
de soledad, donde tendido en su cama decidía entre explayar o no uno de sus más
grandes secretos.
En el momento se sentía inseguro y cargaba
cierta duda entre hombros debido a que días anteriores visitó a Pablo, su amigo,
y le contó sobre lo que pasaba, sobre qué lo estaba sumergiendo, y veía como
única salida poder contar parte de la historia, y Pablo mencionó lo siguiente:
-
Recuerdas
que este secreto te lo llevarías a la tumba.
Con una fuerte carcajada sonrió Marco y fue
felicitado por Pablo, quien comentó que hace un tiempo atrás creía casi
imposible escuchar sobre el tema, por ello bromeó insinuando que aún tenía fe
en la sociedad.
Eran días confusos para Marco, meditabundos,
donde se solía sentir mierda y comenzaba a discernir entre su felicidad,
plenitud y la rutina angustiante entre cuatro paredes. Y es así que decidió
compartir el secreto con Renzo, su mejor amigo. Aparentemente Marco no se
sentía preparado y su cuerpo se le llenó de miedo. Volvió a sentir muchos
nervios pese a ser una conversación solo por WhatsApp, y comenzó bordeando
temas adyacentes, poco innecesarios como prólogo de una historia tan larga que
seguro se contará con el tiempo.
Transcurrió la rutina en el trabajo, y el
sonido del reloj alertaba a la gente que el día terminaba. Como era usual,
Marco alistaba su mochila y salía de forma solitaria caminando por la lacónica
calle, que poco o nada se inundaba de motos. Al llegar a casa abrió la puerta y
se dirigió directamente a su espacio, tirado sobre la cama mirando al techo,
pasaba una y otra historia ficticia creada en su mente referente a la proyección
que en algún momento deseó. Inspirado en plasmar sus sensaciones exóticas,
tormentas y huracanes interiores, cogió el móvil y empezó a escribir en el
block de notas…
“Las noches frías y con buena música me hacen
extrañarte, concluía en su mente Marco. Hacen que mi cuerpo se erice y que las
lágrimas quieran escapar de mis ojos al recordar los tuyos, hacerlo por un
error estúpido del cual no tuve madurez para afrontar. Hoy dispuesto a
conversar, porque aún sigo luchando por recobrar tu confianza, porque te
quiero, porque eres importante, porque eres la persona ideal, valiosa, a quien
nadie quisiera perder”.
Tenía fe de que sus amigos se equivocaran, de
que el invierno no opaque el sunset, sentía que no podía rendirse,
sentía que la calidad de persona era imperdible, por ello decidió atreverse y
aventurarse en un viaje tembloroso donde una pequeña voz trataba de preparar al
corazón ante cualquier falla, entendió en este punto que cuando se quiere, el
orgullo no existe, las locuras imperan y lo positivo de la mente te da aliento
en cualquier caminata larga. Pasaron extensas horas y logró llegar a su
terruño, que es como un puerto donde ha varado este errante marinero. En el
camino a casa, su interior mencionaba: llegué a mi tranquilidad, a mi mundo, a
mi estatúo quo.
Pasaron muchos días, y no pude por infinidad de
cosas poder llegar a ti, insinúo en su interior Marco. Parte de la historia la
he mandado en una botella para que navegue en el mar de la web y en algún
momento seguro llegue a tu costa y a tus pies, ojalá puedas leer mis letras.
Marco meditaba tras una carta que quería leerla en voz alta en algún momento,
en algún lugar a solas o acompañado de alguna botana o algún licor medio dulzón
que ayude a romper el hielo y envuelva en confianza el ambiente tal vez
desconocido al que ha llegado. Horas antes durante el viaje, Marco logró hacer
conexión con ella y logró pactar una conversación que tuvo como respuesta una
confirmación, pero aún sin día y hora, lo que hizo que mil cosas pasaran por su
cabeza. La incertidumbre crecía a diario, le quitaba el aire y le alternaba
muchas respuestas, pero también su cerebro era corroído por la esperanza, hasta
que llegó el gran día y por la tarde recibía indicaciones. Cayó la noche, se
alistó rápido, salió sin rumbo, sin guion, sin súplica sobre la odisea que
vivía en el interior, el deseo de saber lo que pasaría, mucho optimismo se
deslumbraba en su sonrisa. Los nervios avasallaban lo que hizo que se genere
una llamada a Renzo, quien preguntó si estaba listo, y contestó:
-
Lo
único que me guía ahora es el corazón y el cariño que se había forjado tal cual
acero de damasco.
En su bolsillo cargaba un recuerdo poco común y
descifrable, arte de colores que al escoger los adecuados algún mensaje podrá
generar en sus ojos. Mientras caminaba hacia el lugar del encuentro, el miedo
lo inundó porque su consciencia lo incriminaba, aun así, Marco tomó aire y de
manera valiente siguió a su corazón arrepentido, que era atemorizado por la
razón, lo que desgastaba en miedo a su orgullo. En su mente se aferró a la idea
de no arrepentirse por nada de lo que hacía ya que quien quiere, hace lo que
sea para luchar por quien quiere, por quien le importa.
Marco llegó al lugar, volvió a deslumbrarse con
la presencia y esos ojos, esos ojos que marcarán de por vida su mente. Todo fue
muy rápido que tal vez no se precisan detalles. Marco solo atinó a expresar
todo en un abrazo corto y salir del espacio, aun preservando la idea inicial de
esperar lo necesario, de ver esperanza en algún momento y consolidarlo. En el
camino a casa pensaba a mil, llamó a Renzo quien acudió a verlo, dentro de la
confesión del encuentro, Marco solo atinó a comentar referente al álbum que
escuchaban en el instante.
-
Hay
dolores que son eternos, y en momentos como estos entiendo lo nociva que puede
ser la música para abrir recuerdos a través de su letra, a través de su ritmo
sentencian un día y la mente.
Era hora de regresar a la rutina, Marco
aparentemente calmado se despidió con un abrazo de Renzo, ya estaba más estable,
pero aún creía que era algo inexplicable lo que le estaba pasando, por eso
escribió entre sus notas:
-
“Existe
una muy pequeña distancia entre lo desconocido de la mente y el frenesí del
equilibrio en personas como yo, lo único malo es que si este sentimiento se da
en el momento equivocado esta sensación puede ser compleja”.
Pese a todo el sentimiento siempre quedará
estable a una esperanzadora oportunidad, pero Marco aún sigue dispuesto a
asumir lo que fuese para resarcir su error. Ya que ha quedado calada una huella
en su vida y está dispuesto a todo por recuperarla.
P. UBIERNA
Memorable.
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