E Q U I N O C C I O
Fuente : Propia.
Han
pasado seis meses desde que Marco regresó cumpliendo con lo que en algún
momento prometió. La ciudad había cambiado y tenía que mimetizarse en la nueva,
es así que durante el verano fue una rutina caminar dentro de ese río
transparente donde claramente podía ver sus pies en medio de las aguas, era
relajante porque brindaba confianza, pues se volvió un lugar favorito durante
los primeros meses del año. Hasta que el cambio de estación trajo sus remolinos
de antaño y estos se volvían un peligro ante el aumento de su corriente.
El
verano fue caluroso esta vez, los sunsets fueron prolongados al finalizar la
tarde, pude captar los mejores, pero aún no estabas ahí. Solía recordar esas
palabras que internamente me equilibraron en ese momento donde dijiste que más
adelante podríamos volver a cruzarnos…
…
Pues fue así, no esperaba volver a verte un domingo en medio de lo convencional
de la vida sumida en un bus público, mi interior no te había olvidado, no tuve
la valentía para hablarte… no íbamos solos, tal vez fue eso… estábamos
acompañados de amigos, recordaba Marco.
Había
pasado abril y las primeras semanas del mes se ponían tensas, el nuevo proyecto
tenía cierta complejidad que me tomaba tiempo, la nueva rutina y los cambios de
la ciudad hacían que comience a organizarme, eran pocos de los míos que aún quedaban,
pocos con los que podía socializar… y socializar se había vuelto tan difícil
después de todo. Pues me enseñaste mucho sin saber. El nuevo trabajo me hacía
viajar en transporte más de una hora fuera de la ciudad, el tráfico infernal
que había nacido me estaba quitando el sueño, así que decidí asilarme cerca al
trabajo. Era un pueblo pequeño acantonado en la vía principal que nos lleva al
norte.
Las
limitaciones que sentía en este pueblo, un poco inseguro salubremente y físico,
hacían que tienda a guarecerme en mi pieza y mi rutina sea única, entre el
trabajo y ella. Lo denso de la temporada hacía maquinar la cabeza de Marco e
incitarlo a buscar salidas para poder equilibrar esa energía y es así que los
domingos se volvieron funciones para ver el mar o caminar por medio de la
ciudad, sumando a veces a los sábados de café y piano, y es donde nos volvimos
a ver.
El
destino volvía a cruzarnos, pues yo iba con un compañero platicando de la vida
en medio de la terraza, al voltear divisé tu sombra, la que me inquietaba, tal
vez me viste, no lo sé. Pero dentro de la infinidad de giros que di, en alguno
te perdí. El tiempo tenía límite, pues Pedro tenía que irse y es así que atiné
a salir también en medio del bar, cruzamos miradas por segundos, ya éramos
desconocidos pero mi interior me gritaba a saludarte.
Al
salir del café las calles solitarias del centro, la arquitectura emancipadora y
lo tenue de las luminarias escarapelaron mi cuerpo, mi interior trajo recuerdos
y preguntas. Pues hace mucho que tampoco sabía nada del enano de Mathias y hace
poco soñé algo que no esperaba, solo quiero que no sea una premonición. Las
preguntas se tornaban con base a lo que pasó y porque no existió una
oportunidad de intentar. Oportunidad que anhelo conversando nuevamente me
brindes. El tiempo y la distancia hizo cambios en mi interior y esos cambios
quisiera dedicártelos.
Los
meses transcurrían, a veces pasaba por ese parque que me heló el corazón y los
brazos desde aquel momento, la vida ya había establecido una rutina y siempre
esas ansias de cruzarnos las guardaba en el tiempo. Era sábado y bajaba del bus
en el mismo óvalo que en algún momento se me erizó la piel dentro de mi
muridofobia. Mis auriculares me acompañaban en esa noche fría y la primera
canción de la play list que hice, comenzaba a sonar…
“Vámonos
de viaje” de los Bandalos suena, y me trae cada recuerdo y posible sentimiento
de transportarnos al sur poder conocer, disfrutar del paisaje en este mes tan bonito.
El cambio estacional es propio de tu alma, el equinoccio hace que el frío de
las noches sea abrigado con tu recuerdo. Y el calor de los días pueda despejar
cualquier duda en el cielo de mi mente. Sigo caminando con el mismo
sentimiento, porque las personas que valen, necesitan tiempo para dedicar.
Hay
fechas como hoy que no se olvidan, hay momentos que si no estamos cerca se
contemplan desde lejos esperando que disfrutes pese a cualquier adversidad a la
cual estoy seguro puedes afrontar. Fuerza innata que admirar.
Aún
hay mucho por hablar, aún hay mucho por conocer, aún hay mucho que aprender…
Pues
en el tiempo guardo motivos para continuar en esta ciudad, los proyectos y
trabajos extras que aparecieron con la pareja judía que conocí en la ciudad
caótica, a veces me tientan a movilizarme, pero cuando uno quiere, el orden del
tiempo es vital para poder contemplar, aunque sea un momento tus ojos.
P. Ubierna
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