EL ABRAZO

José a sus 10 años, no entendía porque muchas veces el querer pasar tiempo con su padre como lo hacía de más niño se hacía complicado. 

Y era peor cuando lo escuchaba hablar sobre números o deudas  y un sinfín de cosas que hacían llorar a su madre por la forma en como lo decía a gritos, haciendo que José corriera hacia su habitación entrando en su mundo de juguetes, cubriendo todo su cuerpo con una sábana y jugando con sus “mejores amigos”: el super poderoso Norder, quien tenía una capa que casi no se movía pero que a José le gustaba tanto, porque en ese momento podía imaginar que era Norder y podía volar por donde el quisiera. También estaba su compañero, Flip quien tenía un traje ajustado pero que le permitía correr tan rápido hasta donde quisiera llegar y que a José le encantaba porque se imaginaba también así corriendo muy rápido por todo el mundo.  

Estos amigos hacían que José, tuviera un espacio de tranquilidad a pesar de cada año que pasaba las cosas iban de mal en peor ya que las entendía más. 

Con el tiempo dejo de lado esos grandes amigos, con el tiempo se volvió un hombre adulto de 40 años, que tenía una familia y un hijo al cual le gustaba pasar mucho tiempo en su cuarto. 

José se quería acercar a él muchas veces, pero no podía ya que cada que lo intentaba le llegaba un correo de su trabajo el cual lo mantenía ocupado y no lograba establecer esa comunicación de padre e hijo que él no logro con su papá. 

Llego un día nublado de esos tan fríos que se siente desde las 4 am, ese en el que por alguna razón no pudiste dormir bien, llegaron las 6 am y el teléfono de José sonó, era su madre estaba llorando. 

Su padre había muerto, solo le dijo que en la madrugada estaba llorando recordándolo a él y las veces que lo dejo de lado por los problemas, que eran las 4 am cuando trato de calmarlo, pero luego le hablo y ya no respondió nunca más... 

José no sabía que decir ni que hacer pues dejo caer el teléfono cuando apenas la voz quebrada de su mamá terminaba de contarle los hechos. 

De los ojos de José brotaron lagrimas como la lluvia cuando no cesa, pensando que nada podría curar lo que acababa de pasar, cuando de repente sintió un abrazo por detrás. Era su hijo quien había escuchado desde su habitación por el intercomunicador toda la conversación. 

Quien estaba dejando una carta de despedida a su padre porque iba intentar algo muy malo, pero justo a la hora que iba a culminar la carta, entro esa llamada que a pesar de que fue una mala noticia, salvo la vida del hijo de José, pues entendió que su padre había pasado lo mismo que él. Y prefirió romper esa carta e ir por su padre y abrazarlo. 

 Ese día se salvaron dos vidas, a pesar de que fue a causa de una, pero entendimos que a veces no se puede decir o resolver algo con palabras, pues un abrazo es lo mejor para curar todo eso. 

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