La crisis
sanitaria trajo consigo el reflejo fiel del comportamiento innato del peruano
frente al orden y responsabilidad implantados por el gobierno, durante una
situación extrema como es la pandemia por COVID-19.
Han pasado más
de tres meses desde el inicio de la pandemia en Perú, las medidas tomadas por
el gobierno fueron rígidas y fomentando la prevención a través de la primera
cuarentena (DS N° 044-2020-PCM) declarada el 15 de marzo a lo largo de nuestro
territorio nacional. Fue un mes de responsabilidad y orden donde nuestra
población soportó civilizadamente la restricción y los famosos “toques de
queda” instaurados por el gobierno. Aún existe la duda referente al respeto y
responsabilidad acatado durante este tiempo, si era más por una situación de
terror a la muerte que era pregonada en los medios, dando a conocer los casos
desde antes ya suscitados en China y Europa. El dolor que yacía entre las
familias italianas al perder a diario a un ser querido o el colapso inminente
de los grandes sistemas de salud de los países del primer mundo que eran
mostrados en periódicos, internet, medios televisivos y radiales. O realmente
era que nuestro civismo como peruanos ya se había cuajado en el orden, respeto
y moralidad como ciudadanos. El telón se cayó a fines de abril, donde ya el
hambre se veía más cruda que la muerte; una estrategia inamovible y un mensaje
sentimentalista igualmente amilanado respecto al #YoMeQuedoEnCasa, ya no eran
más que palabras, que no calaban en el corazón muerto de nuestros compatriotas,
el peruanismo había vuelto.
Peruanismo que
desde el inicio se veían en pocas cantidades a diario en los medios, teníamos
más una sala estadística de detenidos por incumplimiento que infectados o
muertos a través de las regiones. Pero gracias a estos peruanos de “pura sepa”
los contagios se verían aumentados exponencialmente en lo sucesivo de los días.
Es así que el gobierno tuvo que implementar medidas rígidas referente a la
prevención, llegando al extremo de colocar multas a desacatos como: “El que no
usa mascarilla”, “el que no cumple con el distanciamiento social”, “el que no
respeta el horario de inmovilización”, entre otros. Al ver que el avance
abismal de la pandemia en todas las regiones del país crecía, situándose en
mayor número en la costa norte y selva oriental, aumentó el dilema de todo buen
peruano de buscar un responsable; culpando en su mayoría al gobierno. Se aduce
que las estrategias pétreas del gobierno están fallando, lo cual tiene cierta
veracidad, pero si nos ponemos un poco observadores podremos discernir que el
problema es mayor, y no tan solo es culpa del gobierno, autoridades regionales
y municipales que han quedado al desnudo producto de su inoperatividad y falta
de liderazgo frente a los hechos acontecidos.
Sino también es
producto de nuestro desordenado ADN, impreso al parecer en el subconsciente de
la mayoría de peruanos para desobedecer y transgredir el orden. Este
comportamiento nos permitió ver la perspectiva de muchos peruanos hacia la
vida, esto se pudo apreciar en vídeos de la ciudad de Piura donde se aprecia
una gran cola de compradores fuera de un conocido local de dispensa de bebidas
alcohólicas. En Loreto se creaba campeonatos de fulbito, “COPA COVID -19”,
en Trujillo y Chiclayo vendedores infectados vendían alimentos sin ningún
cuidado en sus principales mercados, entre otras figuras que demuestran el alma
de nuestros peruanísimos ciudadanos. Hechos como estos complicaban más nuestra
realidad de esta manera nos llevaban a un abrumador colapso, de nuestro
reducido sistema de salud.
La prevención que el gobierno había pregonado
desde el inicio, había quedado atrás y la necesidad narrada con el título “En
Perú o mueres de hambre o mueres de COVID 19 “, se anunciaba en algunos
periódicos de la prensa mundial. La situación había rebasado todo orden,
banderas blancas se exhibían en casas de asentamientos humanos en Trujillo, a
la vez los dueños de estas viviendas tomaban sus “chelitas” contradiciendo la
necesidad de su pedido. Algunos de estos ejemplos hacían pensar que la culpa en
el país era compartida en este sentido se comprende que era producto de la
idiosincrasia y cultura propia del peruano. Muchos en contrapuesta permanecen
asilados aún en sus domicilios con temor a un contagio y al cuidado de sus
seres queridos. Todos sabemos que nuestra responsabilidad no es suficiente ya
que, al mínimo descuido al salir a la calle para obtener alimentos o artículos
de necesidad por irresponsabilidad de algún "vivazo", todo el
esfuerzo y cooperación podría quedar reducido a un ventilador. Es por ello que,
con este panorama, solo podemos decir que nuestra salud queda a responsabilidad
propia. Es cierto que el Perú es un país cuya economía está constituida por más
de un 70% de empleos y negocios informales, los cuales subsisten de las ventas
del día. Es cierto que existe la necesidad de vender para poder subsistir. Pero
también es cierto que, si salimos de nuestros hogares en medio de esta pandemia
con el afán de conseguir un pan para nuestras mesas, tenemos la obligación de
utilizar por lo menos las medidas básicas para prevenir los contagios.
Por lo tanto, La
prevención y orden no solo está en nuestras autoridades, sino y con mayor
responsabilidad en nosotros. Solo así podremos evitar el aumento de contagios,
el colapso de hospitales y demás centros de salud, así como las perdidas
dolorosas de nuestros familiares. Está en nosotros unirnos como peruanos asimismo
salir una vez más adelante, cuidémonos hoy y encontrémonos todos mañana. En
los últimos días el gobierno ha decidido focalizar la cuarentena en siete
departamentos (Arequipa, Ica, Junín, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Áncash)
los cuales aún deberán cumplir con la inmovilización obligatoria durante los
horarios especificados (DS N° 116-2020-PCM). Importantes regiones como la
Libertad, aún reportan un aumento exponencial de contagios a diario, pese a los
informes de su sala situacional publicada por su gobierno regional, no está
siendo considerado dentro de la lista. Es por ello que a partir de este primero
de julio la normalidad de antes no ha regresado, no nos confiemos, no bajemos
la guardia, cuidemos a los nuestros que aún tenemos una carrera que ganar.
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